Oración, básicamente, es simplemente una conversación con Dios. Siempre hay dos personas representadas en la verdadera oración, usted y Dios y nadie más. Otros pueden estar presente, como en este relato donde habían dos personas y Dios. Pueden haber doscientas personas, o, como aquí en esta mañana, muchos cientos de personas presentes, pero la oración verdadera es siempre una conversación directa entre un ser humano y Dios mismo.
No sabemos como orar como se supone, pero el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades, el Apóstol Pablo dice, y comienza el Espíritu a orar a través de nosotros para que nuestro corazón se convierta en el lugar de oración de Dios mismo. El Espíritu de Dios ora al Padre, y el quién conoce la mente del Espíritu atiende y actúa de acuerdo a lo que el Espíritu ora, usándonos como instrumentos.
Esa es la proyección correcta de la oración comienza con Dios. Eso es porque, cuando sentimos la necesidad o el deseo de orar, o de establecer un hábito disciplinado de orar, es Dios quien ha comenzado eso. El ha plantado ese deseo en nosotros y como resultado respondemos. Yo espero que recordemos esto ya que es la primera gran verdad que aprendemos en las Escrituras.
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